Laetitia Dosch • Director de El juicio del perro
"Siempre nos dicen que lo que está en juego tiene que estar claro, pero en la vida no es así"
por Fabien Lemercier
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entrevista: Laetitia Dosch
ficha de la película], el primer largometraje de la actriz francosuiza Laetitia Dosch, ha sido presentado en la sección Un Certain Regard del 77.º Festival de Cannes.
Cineuropa: ¿Cómo surgió la idea en la que te basaste para hacer la película?
Laetitia Dosch: Todo comenzó cuando oí hablar de un juicio en el que estaba implicado un perro, cuyo dueño fue acusado porque el animal mordió a una mujer en la cara. Este caso me llevó a otras muchas historias de la misma índole, y lo cierto es que no había caso en torno al que no se armara revuelo, puesto que la gente adoptaba una postura muy firme con manifestaciones, peticiones, artículos de prensa, etc. Pensé que si este tema estaba adquiriendo tanta importancia era porque tenía que haber aspectos que no acababan de quedar del todo claros, como el estatus de los animales y su lugar en la sociedad, por ejemplo. Se trataba de una cuestión que planteaba múltiples preguntas interesantes, así que pensé que crear una situación polémica y poner al perro al frente también podría constituir un gran tema para la comedia y resultar de lo más divertido, porque la comedia es para todos. El reto consistía en dejar las ideas muy claras al espectador para que la película fuera accesible y pudiera llegar al mayor número posible de personas a través del humor, porque se trata de un recurso que constituye tanto un placer personal como una forma de abordar ciertos temas con sutileza.
¿Tuviste que investigar mucho sobre la legislación al respecto?
Mucho. Según la legislación suiza, a los perros se les trata como objetos, como propiedad. Y es precisamente por eso que se puede comer animales, porque no los matas, los destruyes como si fueran objetos. Esto me llamó bastante la atención, ya que bastaba con que el perro dejara de ser considerado un objeto para que ya no se le pudiera matar, o que fuera considerado un individuo para que pudiéramos juzgarlo. También aprendí que ahora los bosques y los ríos tienen personalidad jurídica y, por tanto, pueden ser defendidos ante los tribunales, es decir, puedes presentar una denuncia en su nombre.
Cosmos, el perro de la película, es defendido por una abogada bastante inusual a la que interpretas. ¿Cómo la definirías?
Es alguien que defiende causas perdidas, lo que significa que realmente cree en la justicia, en las circunstancias atenuantes, y creo que eso es hermoso. Pero sobre todo es una mujer a caballo entre dos épocas: siente que ha vivido el #MeToo en sus carnes, pero no posee las claves para expresarse libre y francamente. Busca una forma de hacerse valer, y esto se traduce en una voz que va en todas direcciones, que no se responsabiliza de sí misma. Siempre trata de tener una voz profunda, una voz de hombre, para que la escuchen, para tener autoridad, pero no sé si esa es la solución. Encontrará su fuerza en la defensa de este perro, en su convicción.
¿Cómo de burlesca querías que fuera la película?
Tenía la intención de crear una comedia similar a las series anglosajonas Fleabag y Louie, en las que el tono cambia constantemente. Mi objetivo consistía en lograr que la comedia también representara mi forma de ver la vida: me levanto por la mañana, e independientemente de cómo empiece el día, nunca acaba de la misma manera. Nunca sabes si el día va a ser divertido o violento. Cuando escribes una película, siempre te dicen que todo tiene que estar claro, pero en la vida el tema solo está claro durante quince minutos, porque luego pasan 40.000 cosas distintas.
¿Qué nos puedes decir del bando contrario en el juicio, que aparece representado de forma muy caricaturesca y utiliza la historia de los perros para hacer política de seguridad?
Cuando pienso en figuras como Donald Trump, Marine Le Pen o Éric Zemmour, me dan miedo porque los veo como personajes de dibujos animados, como chistes, pero no son chistes. Quería mostrar a un personaje que parece un dibujo animado, pero que sin embargo acaba en reuniones (retransmitidas en las redes sociales) donde hay mucha gente y todos gritan que “hay que matar a ese perro”. Se trata de una cuestión que está adquiriendo proporciones enormes, y nadie lo ha visto venir.
(Traducción del francés)
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