Crítica: Trains
por Ola Salwa
- La película de metraje encontrado del veterano documentalista polaco Maciej J. Drygas, fruto de diez años de trabajo, hace que nuestra mente se mueva
Si alguien tenía dudas sobre que ver trenes pasar (transportando carga o personas) durante 80 minutos pudiera ser una experiencia profundamente intelectual y meditativa, Trains [+lee también:
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ficha de la película] puede que haga que cambies de opinión. La película consta de casi 600 tomas (todas en blanco y negro), extraídas de 46 archivos de todo el mundo, y es el resultado de diez años de trabajo del director de documentales polaco Maciej J. Drygas. Ha ganado el premio a mejor película y el de mejor montaje para Rafał Listopad en el recién concluido IDFA (ver la noticia), y se proyectó más tarde en la nueva sección Doc@PÖFF del Festival Black Nights de Tallin.
Sin diálogos, la fuerza de la película reside en los efectos de sonido creados por Saulius Urbanavicius y la música de Paweł Szymański, que transmite desde la inquietud y la amenaza, hasta los momentos de belleza y alegría. En muchos sentidos, la banda sonora se convierte en un reflejo del propio siglo XX, junto con todo su encanto y terror. Sin embargo, como diría Rilkel, ninguno de estos sentimientos es definitivo. El concepto del movimiento se refleja también en las imágenes, y recuerda, salvando las distancias, al trabajo de Godfrey Reggio.
Los propios trenes son los protagonistas de acero de la película de Drygas; atraviesan el espacio y el tiempo, desde las fábricas ferroviarias de principios del siglo XX, pasando por los márgenes de dos guerras mundiales, la inmensa tragedia de los campos de concentración, hasta el desplazamiento que siguió al conflicto y los esfuerzos por reconstruir una vida normal. También observan momentos más tranquilos, como pelotas que se lanzan en el interior de los vagones, los viajes, o las comidas que se toman tranquilamente entre el origen y el destino. Drygas y su equipo de investigación eligieron principalmente secuencias que mostraban el punto más débil de la historia, y el precio que la gente corriente pagó por el progreso y la expansión, que también fueron facilitados por los trenes, ya que esta movilidad fue la que permitió el transporte de seres humanos como de bombas de un lado a otro del continente. Y los rostros mutilados de los soldados y los cadáveres de los prisioneros de Dachau nos lo recuerdan. La inquietante cita de Kafka “Hay una cantidad infinita de esperanza en el universo... Pero no para nosotros”, que abre el documental, subraya esto.
Los pasajeros que aparecen en la película son en su mayoría anónimos, aunque algunos, como Adolf Hitler y Charles Chaplin, son personajes famosos o no famosos. Chaplin aparece como su icónico personaje de vagabundo, viajando en privado y siendo recibido por sus fans. Esta conexión entre los trenes, el cine y la cámara es significativa, ya que una de las primeras películas realizadas, L’arrivée d’un train de los hermanos Lumière, es en sí misma un momento de la historia del cine. Trains no es solo un logro técnico (un resultado paciente y hábil de un trabajo con archivos), sino también una meditación sobre el peso moral y la responsabilidad de las imágenes. La cámara no solo es un testigo mudo; también puede ser cómplice. Drygas, cuyos documentales anteriores (como Hear My Cry u One Day in the Polish People’s Republic) se centraba en las víctimas y las dificultades cotidianas de vivir bajo la dictadura, y continúa su exploración artística en la historia de Trains. La película lleva su interés por la memoria y el trauma a nuevas profundidades (o, en un juego de palabras, a su próxima estación), ofreciendo también una reflexión sobre el coste humano del progreso.
Trains es una producción de la polaca Drygas Film Production, en coproducción con Era Film (Lituania), Fixafilm (Polonia) y Telewizja Polska SA.
(Traducción del inglés por Paula López Pastor)
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