Crítica: Yalla Parkour
por Ola Salwa
- BERLINALE 2025: El tierno documental de Areeb Zuaiter sobre chicos nacidos en Gaza que hacen parkour hace gala de esperanza y felicidad entre la oscuridad
Todas las historias tienen dos caras. En Yalla Parkour [+lee también:
tráiler
ficha de la película], de Areeb Zuaiter, que forma parte de la sección Panorama en la 75.ª Berlinale tras su estreno mundial en DOC NYC, esta dualidad se manifiesta de muchas maneras diferentes. Su primer documental, filmado en Estados Unidos y en la Franja de Gaza a mediados de la década de 2010, es melancólico, pero al mismo tiempo está lleno de diversión y exuberancia. Está marcado tanto por la pérdida como por la esperanza. Se trata de una propuesta interesante, sutil y poética, que presenta una cara de Gaza distinta de la que conocemos por las noticias desde que estalló la guerra el 7 de octubre de 2023. Yalla Parkour es modesta y tranquila, como la voz de su directora, que se escucha durante gran parte de la película. También es un testimonio de la capacidad del espíritu humano para continuar y encontrar la luz, incluso contra todo pronóstico.
Hay dos protagonistas en la película, que nació en 2015: una es la propia Zuaiter, de origen palestino y afincada en Estados Unidos, que tiene dos pasaportes. El otro es Ahmed Matar, un joven que vive en la Franja de Gaza y que, junto con sus amigos, practica parkour sobre los edificios, dunas y hasta un aeropuerto derruido. El joven graba sus impresionantes hazañas y las cuelga en Internet, con la esperanza de que este deporte le permita salir de Gaza. Al mismo tiempo, es un lugar al que a Zuaiter le gustaría volver, tanto física como metafóricamente. Son dos personas situadas en lados opuestos de la pantalla de un ordenador, o de un espejo, como si pertenecieran a reinos distintos en un cuento de hadas. Ambos se observan con curiosidad y, al menos para Zuaiter, esto se convierte en una herramienta para definir su identidad migrante y recuperar momentos fugaces de sus recuerdos en Palestina. La directora también comparte fotos de su madre y habla de su familia, para comprender y transmitir lo que significa vivir lejos de su patria. Menciona que, en ocasiones, su acento árabe y su sentido de pertenencia han sido cuestionados. De esta forma, Yalla Parkour explora la identidad de una migrante que no pertenece a ningún lugar.
¿Y qué hay al otro lado del espejo? En la película se utilizan los vídeos grabados por Matar y sus amigos, que muestran sus temerarias acrobacias, rebosantes de alegría y arrogancia juvenil. El parkour es la definición misma de la libertad: embriagador y peligroso al mismo tiempo, donde los únicos límites los ponen la gravedad y el miedo. Al mismo tiempo, escalar un edificio o hacer saltos mortales es una de las pocas actividades que ofrecen algo de libertad en Gaza, aunque solo sea temporal. Zuaiter yuxtapone intencionadamente los saltos y la alegría con la realidad de vivir en la franja a mediados de la década de 2010, donde es difícil obtener un visado, y aún más cruzar la frontera, que entonces solo se abría unas cuantas veces al año.
Una de las imágenes más impactantes que vemos es la de los chicos enfrascados alegremente en su parkour mientras las bombas explotan en el horizonte, contaminando el cielo azul con su humo negro.
Estas dos perspectivas y sueños, los de Zuiter y los de Matar, se unen con cierto esfuerzo por parte de la directora y el montador, pero al final se complementan. Es conmovedor ver que Matar finalmente cumplió su sueño y ha podido realizar sus atrevidas hazañas en Suecia, e incluso en la Berlinale, ya que asistió a una proyección de Yalla Parkour. También es devastador ver lo que queda de la Franja de Gaza, y darse cuenta de que esa alegría y esperanza son cada vez más difíciles de encontrar.
Yalla Parkour es una producción de Suecia, Catar, Arabia Saudí y Palestina. Kinana Films, con sede en Malmö, es la principal productora, mientras que ArtHood Entertainment se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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