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LOCARNO 2024 Semana de la Crítica

Crítica: La Déposition

por 

- Claudia Marschal presenta un documental muy sólido y escenificado con sutileza sobre el conmovedor tema de la agresión sexual de un sacerdote a una joven adolescente

Crítica: La Déposition

“Desató un volcán de ira, reabrió una inmensa herida en un momento totalmente inesperado de mi vida. Aquella carta desencadenó una necesidad en mí de hacer justicia, de hacer oír mi voz”. Los casos de abusos sexuales a menores en los que están implicados miembros de la Iglesia católica ya han sido fuente de inspiración en el mundo del cine en numerosas ocasiones, principalmente en el ámbito de la ficción (desde La mala educación [+lee también:
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), por lo que no resulta nada fácil llevar a la gran pantalla algo nuevo en torno a este tema tan increíblemente delicado. Pero es precisamente esto, gracias a su enfoque narrativo, lo que Claudia Marschal consigue con La Déposition [+lee también:
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, el primer largometraje documental de la directora francesa, que ha sido presentado en la Semana de la Crítica del 77.º Festival de Locarno.

“Me gustaría que se concentrara y me contara con el mayor detalle posible lo que afirma haber sufrido”. Nos encontramos en una comisaría de policía en 2021, y Emmanuel está a punto de grabar discretamente una declaración que le transporta a finales del verano de 1993. Todo se remonta a una casual visita cuando tenía 13 años al padre Hubert, el párroco de su pequeño pueblo alsaciano de Courtavon. Hubert era un hombre al que admiraba, que tocaba la guitarra, que organizaba espectáculos y campamentos, que le animaba a soñar con un posible viaje humanitario a la India, y al que confiaba sus angustias de adolescente abandonado a su suerte por unos padres ultracatólicos a los que lo único que parecía preocuparles era el negocio de restauración que regentaban (“En mi familia no hablamos, no escuchamos, no nos dedicamos tiempo el uno al otro, y entonces, de repente, aparece en mi vida alguien que sí que me escucha”).

Para Emmanuel, se trata de una inmersión profunda en recuerdos desgarradores, al mismo tiempo cristalinos (“Recuerdo perfectamente su rostro, como si lo tuviera delante ahora mismo”) y muy vagos (“Hay espacios en blanco, y eso me perturba”), en torno a un día traumático que tuvo un efecto profundo en su vida (“Es algo que me ha perseguido desde que era niño. Ya no soy capaz de confiar en nadie”). El suceso no ha dejado tampoco de atormentar a su padre Robert (a quien, de hecho, el adolescente se lo contó todo en su momento —así como a su madre, ya fallecida—, y no hubo ninguna consecuencia al respecto), que decide, 25 años después y por voluntad propia, enfrentarse al padre Hubert (“Padre, ¿qué ocurrió con mi hijo Emmanuel?”), pero que sigue dando credibilidad a las negativas de este, como buen católico que es. Las dudas de su propio padre constituyen una cruel realidad para Emmanuel (la cual se ve agravada por la violenta sorpresa de recibir una carta del sacerdote proponiéndole reunirse) y desencadenan el deseo de la víctima de enfrentarse con todas sus fuerzas a las pesadillas de su pasado, de superar el miedo al qué dirán, de redefinir su complicada relación con la fe —que ha redescubierto con la ayuda del protestantismo evangélico— y de llevar finalmente el caso ante los tribunales.

Al abrir una puerta tras otra a la memoria de Emmanuel, Claudia Marschal logra elaborar un relato especialmente conmovedor y edificante, y todo ello a través del habilidoso manejo de la cronología del acontecimiento clave, el contexto del pasado y la acción que se desarrolla en el presente. La película, que se estructura en torno a ocho episodios de audio de la declaración en comisaría, entrelazados con los contactos de Emmanuel con el obispo de Estrasburgo —que le recibe y escucha su historia— y las conversaciones con su hermana y, sobre todo, con su padre, disecciona su dramático tema con implacable precisión, y todo ello al compás de una brillante inventiva narrativa (con numerosas fotos familiares y vídeos que muestran la infancia del protagonista, donde la película pasa simbólicamente a la animación) y de la intensidad de este antiguo monaguillo del que abusaron. La película, que se ve impulsada tanto por un deseo de curación como por una rabia sin límites, muestra cómo el protagonista logra cerrar sus heridas y levantar el velo sobre este secreto.

La Déposition ha sido producida por Idéale Audience Group y coproducida por Vosges TV, y las ventas internacionales corren a cargo de Shellac.

(Traducción del francés)

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