Marvel sigue con sus películas palmiteras, con desarrollos llenos de acción rodeado de un drama personal que arrastran los protagonistas, adornados con el fin del mundo y de la sociedad actual, dónde el héroe aparecerá tras la piedra o el cristal del amor y del corazón, y que nunca falten villanos o artistas marciales que hagan florituras antes las cámaras, ni tampoco la música de turno de calidad y la estética cuidada de grandes escenarios y vestuarios, gastan dinero para recaudar aún más, es decir, la fórmula más sencilla del cine, pero la más efectiva cuando tienes a jóvenes y menos jóvenes detrás pagando en esta sociedad de consumo fácil (me incluyo por desgracia).