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Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de enero de 2025
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de dos primos. Dos primos que han sido como hermanos. Dos primos que son muy diferentes y a la que la vida ha llevado por diferentes caminos. Pero dos primos que se aprecian mucho y que tienen un pasado común. Ese pasado está representado en la abuela Dory, que de alguna manera es la que provoca todo su viaje a Polonia y toda la trama de la película.

A través de estos dos primos, el director aprovecha para hacer una sutil radiografía del alma humana, de las diferentes maneras de sentir, de crecer, de adaptarse a este mundo en el que nos ha tocado vivir. Hay un primo serio, responsable, con una vida ordenada normativa, con una gran tendencia al control y con claras dificultades para socializar o expresar sentimientos. Hay otro primo sensible, carismático, honesto, espontáneo, cuya sensibilidad a veces le conecta con un dolor profundo.

No es el único dolor, claro. El viaje de estos dos primos judíos americanos a Polonia está cargado de un dolor igual de profundo pero más universal y compartido, un dolor horrible y de sobra conocido.
Este viaje a la vieja Europa servirá para que estos dos primos reconecten entre sí, pero también con su pasado, sus heridas y su forma de vivir la vida.

Una película sensible en la que de manera sutil se va construyendo un relato emocional por debajo del relato argumental, hilando ambos de una manera bastante resultona. El tema de base está bastante manido en el cine, tanto el relativos al Holocausto como el de la cultura judía, pero yo he querido verlos como una burda excusa para hablar del alma humana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La conversación en la azotea con letras rojas donde se fuman el último porro está cargada de verdad y ahí vemos realmente de qué pasta está hecha cada uno de los primos.

El final termina de delimitar esa frontera entre ellos, cuando uno vuelve a casa con su familia, y el otro se queda en el aeropuerto para... ¿para qué? Ese último plano de él con una media sonrisa y la mirada perdida, después de decirle a su primo que va a estar bien, no sé si me hace pensar que el viaje le ha servido para reconectar con la vida o que con este periplo ha cumplido todo lo que tenía que hacer. Supongo que depende de cada uno de los espectadores decidir qué encierra este maravilloso personaje interpretado por Kieran Culkin.
9 de febrero de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Estoy en un momento de vida en el que estoy intentando educar mi mirada. Creo fervientemente en que nuestra vida se llena de aquello que elegimos ver, de aquello en lo que decidimos fijarnos. No se trata de desclasar las situaciones sociales, en absoluto, la miseria es miseria, pero dentro de toda circunstancia hay alguna esperanza a la que agarrarse, alguna ilusión que nos libra del naufragio.

Sucede lo mismo con esta película. No es, ni mucho menos, una buena película. Carece de ritmo, es repetitiva, es demasiado autorreferencial, para mi gusto. La propia temática es, de alguna manera, vacía, sin que el guion ni la dirección consiga llenarla demasiado de un contenido que te haga mantener el interés. Luego está el tema de la cuestión social, que citan otras críticas aquí leídas, y que yo también he observado durante el visionado. Vaya por delante que, en general, el cine de Jonás Trueba no suele ser santo de mi devoción. Cuando encuentro personas que les gusta su cine, suelo pensar que quien no conoce a Dios a cualquier santo le reza. Pero en el cine, como todo en la vida, para gustos los colores.

Sin embargo, tratando de aplicar este ejercicio de educar la mirada sobre la película, hay cosas que puedo rescatar, hay pequeños destellos con los que me quedo. Sobre todo, para evitar sentir que he perdido el tiempo viéndola y quedarme con un mal sabor de boca, con una sensación de derrota en la boca del estómago. Rescatar tesoros en la basura es algo que, en general, me hace más feliz, aunque tenga el peligro de romantizar ligeramente las situaciones en las que nos encontramos.

Por ejemplo, a mí me ha gustado bastante Vito Sanz. Me parece que hace un personaje honesto, que sin parecer tener una gran dirección de actores y resultar a veces un poco plano, resulta una interpretación solvente y creíble. Su mirada es un regalo en algunos planos.

Me ha gustado la cita de Kierkegaard, las recomendaciones cinematográficas, los guiños metacinematográficos...

Me ha parecido lúcido cómo desde fuera las situaciones muchas veces se ven con más claridad que cuando uno está embarrado dentro de la misma. La incapacidad que solemos tener para vernos a nosotros mismos dentro de la tormenta.

Me ha hecho gracia que puedan disponer de una casa con jardín en la urbanización de Fuente del Berro sin darse cuenta del absoluto lujo que eso supone. Que los dos se dediquen a actividades culturales pero no se preocupen realmente por cómo pagar el alquiler de dos o más casas. Que a su vez unos amigos hablen del problema de comprar vivienda en Madrid pero a ellos no les afecte. A veces, nosotros mismos somos los privilegiados y no nos damos cuenta de nuestros propios privilegios. Criticamos a otros que hagan cine de clases medias-altas sin ser casi conscientes de ellos, pero nos percatamos de que vivimos en una absoluto lujo de comodidades que nosotros mismos no sabemos poner en valor. La paja en el ojo ajeno, supongo.

Me ha gustado también cómo se representa la ruptura de un universo compartido, de un mundo que se descompone, que ya no será. No es la primera vez que se muestra, ni la mejor. Pero me ha parecido bonito cómo los objetos dejan de tener un dueño y uno ya no sabe si algo era suyo o de la otra persona, o de los dos. Los objetos no importan cuando compartes una vida, pero cogen cuerpo cuando las vidas ya no son una.

Me ha parecido bonita la vista al pasado, al universo común, a lo construido, como un refugio ante los vaivenes de la vida actual, de los problemas que nos azotan. Solemos hacernos poco cargo de cómo hemos llegado hasta aquí, de quiénes hemos sido, de cómo nos hemos convertido en las personas que somos.

Me ha resultado tierno cómo ellos siguen siendo una pareja después de serlo, cómo separar un vínculo es complejo, cómo los universos tardan en desprenderse, en individualizarse, en volar libres.

«Volveréis» no es una gran película. Pero es tierna, a veces. Es honesta, otras. Es peculiar, alguna que otra. Pero sobre todo, es una buena maestra de cómo rescatar detalles que nos hagan sonreír, en un visionado que no nos hace del todo felices. De alguna manera, es como la vida misma. Y quizá es eso lo único que pretende. Quién sabe.
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