Mediterráneo
6.1
3,871
Drama
Otoño de 2015. Dos socorristas, Óscar (Eduard Fernández) y Gerard (Dani Rovira), viajan hasta la isla de Lesbos, en Grecia, impactados por la fotografía de un niño ahogado en las aguas del Mediterráneo. Al llegar descubren una realidad sobrecogedora: miles de personas arriesgan sus vidas cada día cruzando el mar en precarias embarcaciones y huyendo de conflictos armados. Sin embargo, nadie ejerce labores de rescate. Junto a Esther (Anna ... [+]
10 de febrero de 2022
10 de febrero de 2022
34 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que más me ha llamado la atención de esta crónica, es lo que he percibido tras el paseo que me he dado por las críticas que se han vertido en filmaffinity. Hay tal número de negativos, notas de castigo y opiniones pútridas de algunos usuarios, que no se entienden lejos de una campaña orquestada contra esta triste realidad. No entiendo el pertinaz empeño en mantenerla escondida ni el odio contra los voluntarios que se rebelan. ¿Alguien se atreve a mantener que no es cierto lo que está pasando delante de nuestras narices?. Una cosa es que tú mires, silbando, para otro lado y otra es que ataques a quienes deciden, con ojos horrorizados, ver y ayudar en la medida de lo posible.
Porque esta gente a la que me refiero, los "ofendiditos", no hablan de cine; de hecho, este arte, solo es para ellos un lugar en el extrarradio, un vertedero, un puching ball, una excusa para ladrar su disconformidad, un balde en el que vomitar sus excesivas fobias. Se ceban con la obra de Marcel Barrena por su contenido humanitario; no entienden esta disciplina cultural como un vehículo de denuncia, como un grito contra la injusticia. Y utilizan argumentos tan peregrinos para descalificarla que queda patente que la mayoría ni siquiera ha visto la película.
Puede que la solidaridad no sea exigible pero atacar a quienes la practican, en un mundo decente, debería estar castigado, al menos, con el látigo de la indiferencia y, por qué no, con una sonora pedorreta.
Óscar Camps y sus socorristas del Proactiva Open Arms llevan desde el 2015 (momento en que se inicia el relato cinematográfico) rescatando migrantes de las aguas del Egeo y el Mediterráneo; simplemente porque alguien tiene que hacerlo, ya que no lo hacen los responsables: gobiernos y demás sembradores de guerras y pobreza. Han sacado de las mortíferas aguas a 60.000 personas; ¿qué hay de malo en ello?, ¿os parece que lo importante de esta historia, son los aspectos técnicos o los fallos de guión?
Porque esta gente a la que me refiero, los "ofendiditos", no hablan de cine; de hecho, este arte, solo es para ellos un lugar en el extrarradio, un vertedero, un puching ball, una excusa para ladrar su disconformidad, un balde en el que vomitar sus excesivas fobias. Se ceban con la obra de Marcel Barrena por su contenido humanitario; no entienden esta disciplina cultural como un vehículo de denuncia, como un grito contra la injusticia. Y utilizan argumentos tan peregrinos para descalificarla que queda patente que la mayoría ni siquiera ha visto la película.
Puede que la solidaridad no sea exigible pero atacar a quienes la practican, en un mundo decente, debería estar castigado, al menos, con el látigo de la indiferencia y, por qué no, con una sonora pedorreta.
Óscar Camps y sus socorristas del Proactiva Open Arms llevan desde el 2015 (momento en que se inicia el relato cinematográfico) rescatando migrantes de las aguas del Egeo y el Mediterráneo; simplemente porque alguien tiene que hacerlo, ya que no lo hacen los responsables: gobiernos y demás sembradores de guerras y pobreza. Han sacado de las mortíferas aguas a 60.000 personas; ¿qué hay de malo en ello?, ¿os parece que lo importante de esta historia, son los aspectos técnicos o los fallos de guión?
6 de febrero de 2022
6 de febrero de 2022
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama basado en hechos reales, coproducido por España y Grecia que, quizás, se queda por debajo de sus expectativas "artísticas" pero que es honrada y muy digna en cuanto a la presentación de los personajes y representación de una triste, dolorosa, trágica realidad.
Es pues positiva por cuanto muestra y denuncia unos hechos que ocurrieron y siguen ocurriendo hoy en día, en su vertiente personal humana, social y política.
Quizás quiera abarcar muchos temas en uno, pero la cinta, a pesar de su algo larga duración, no sólo entretiene sino que interesa desde el comienzo hasta el final.
Puede que a algunos, quizás bastantes, espectadores, le parezca algo parca en cuanto a, por ejemplo, equilibrio interno, resultándoles desigual e irregular, pero no es menos cierto que, al menos en esta ocasión, prima el intento de remover conciencias, con algunas escenas duras bien rodadas y otras en las que se puede echar en falta más vigor narrativo.
En mi opinión está bien aunque, evidentemente, podría haber estado mejor.
https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Es pues positiva por cuanto muestra y denuncia unos hechos que ocurrieron y siguen ocurriendo hoy en día, en su vertiente personal humana, social y política.
Quizás quiera abarcar muchos temas en uno, pero la cinta, a pesar de su algo larga duración, no sólo entretiene sino que interesa desde el comienzo hasta el final.
Puede que a algunos, quizás bastantes, espectadores, le parezca algo parca en cuanto a, por ejemplo, equilibrio interno, resultándoles desigual e irregular, pero no es menos cierto que, al menos en esta ocasión, prima el intento de remover conciencias, con algunas escenas duras bien rodadas y otras en las que se puede echar en falta más vigor narrativo.
En mi opinión está bien aunque, evidentemente, podría haber estado mejor.
https://filmsencajatonta.blogspot.com/
5 de octubre de 2021
5 de octubre de 2021
84 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, no me gusta andarme con rodeos y aburrir a la gente con textos interminables, así que voy al grano. Si has visto o leído algo del Open Arms, no hace falta que veas la película. Lenta, aburrida y no aporta nada. Sobre las interpretaciones pues, Eduard Fernández enorme como siempre, y Rovira... Ainnnsss Rovira, demostrando película tras película que esto no es lo suyo, que tuvo un papel en '8 apellidos vascos' que estaba casi hecho para él pero que como actor es malo, muy malo en cuanto lo sacas de ese tipo de comedia. No tiene ningún otro registro que no sea gesticular exageradamente como en sus monólogos, de los cuales soy gran admirador pero esto, esto no es lo suyo.
29 de enero de 2022
29 de enero de 2022
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena pelicula, que bien podría haber sido un documental sobre la desolación de esos inmigrantes que cruzan el mar Mediterráneo escapando a la guerra en busca de un futuro quizás mejor (sinceramente no lo se). Lo que hace la diferencia son las pequeñas historias que viven sus protagonistas no exentos de ese halo de desesperanza generalizada que vemos en los personajes. Relata la vida de dos socorristas españoles que deciden ir a la isla griega de Lesbos para ayudar a quienes se atreven a cruzar esos escasos 10 km, escapando de la guerra, de Turquia a Grecia. Por supuesto no les será fácil ya que contaran con la desidia generalizada de las autoridades griegas a quienes poco le importan la precaria llegada de esos inmigrantes a su país y la poca colaboración de los habitantes del lugar. El film esta basado en una historia real en donde esos dos protagonistas manteniéndose por sus propios medios rescataron numerosas personas de una muerte segura. Por supuesto el film tiene otro punto a favor que es la actuación de Eduard Fernández, para mi dentro de los mejores actores de la actualidad española, quien da en la tecla con esa persona que se debate entre rescatar y luego hacer algo más por mejorar la miserable vida de los recién llegados, muy bien acompañado por Dani Rovira y Anna Castillo. Para ver.
8 de mayo de 2023
8 de mayo de 2023
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque al escribir las reseñas siempre trato de separar lo que es la película de los mensajes que pueda querer transmitir, no voy negar que casi nunca lo consigo y, al final, el activismo, el wokismo o los populismos se terminan reflejando en la nota final. Pero de verdad que trato de contenerme y creo que nunca termina influyendo más o menos de un punto arriba o abajo. Dos, como mucho, en casos extremos como esta “Mediterráneo” y, la verdad, es que esta vez no tengo cargo de conciencia porque tengo serias dudas de si estamos ante una película o ante un panfleto propagandístico encargado por alguna de las organizaciones supuestamente benéficas que maneja el protagonista, Oscar Camps, para blanquear su controvertida imagen o atraer inversores.
En lo puramente cinematográfico, haciendo abstracción de los nombres propios, “Mediterráneo” es una película correcta y, aparentemente, bienintencionada, que trata de remover conciencias sobre el drama de las oleadas de inmigrantes asiáticos que buscaban entrar en Europa jugándose la vida al cruzar la escasa distancia por mar que separa las costas turca y griega. Aunque el producto promete escenas de acción en tensos rescates acuáticos nunca vistas en el cine español, yo diría que no está demasiado logrado a pesar del abuso de cámaras temblorosas a ras de agua tratando de dar sensación de oleaje en un mar que, claramente, está en calma chicha. Por más que los socorristas gritan y maldicen y los salvados gesticulan, el resultado no tiene más rigor que las escenas más cómicas de Pamela Anderson en “Los vigilantes de la playa”. El drama lo pone el contexto, el hacer el esfuerzo de imaginar que estamos viendo a familias desesperadas que desbordan las posibilidades de ayuda, no la técnica.
A cambio, las interpretaciones sí son muy destacables: Eduard Fernández está enorme, Sergi López muy bien y, por una vez, Dani Rovira y Anna Castillo no resultan cargantes a pesar de que incurren en los tics de siempre. También el argumento está trabajado, recubriendo el plato fuerte, los salvamentos y las muertes en el man, con aspectos burocráticos, técnicos, sociales y políticos que proporcionan una visión general bastante completa y no siempre sesgada del conflicto general.
Así las cosas, la película es de seis… si no fuese por lo que comentábamos al principio, por ese mensaje exaltador de la figura de Óscar Camps. Yo ya estoy en un punto en el que me creo bastante poco de las cosas, especialmente cuando hay dinero de por medio. Sinceramente, aunque no lo descarto, no creo que haya sido una película de encargo (como aquella de “Encontrarás dragones” sobre José María Escrivá de Balaguer) y tengo la sensación de que obedece a un afán admirativo de alguien deslumbrado por el altruismo y los valores de Camps. Lo malo es que la película está hecha sin espíritu crítico, aunque con gran talento para la propaganda: evita mostrar un personaje puro y de luz, pero convenientemente le añade un lado oscuro con elementos muy light como el perfeccionismo, la lucha para mantenerse sobrio y la cabezonería. En otras palabras, nos dibuja a un Óscar Camps noble, salvo por defectos como la firmeza o la templanza. Vamos, equidistancia impartida por Goebbels y Leni Riefenstahl.
Si bien “Mediterráneo” nos ofrece una perspectiva transversal bastante completa de lo que fue 2015, al conjunto le faltaría perspectiva temporal. Los hechos narrados fueron el embrión de lo que hoy es Open Arms una ONG dedicada al salvamento de inmigrantes en el Mediterráneo a gran escala. Parte del problema es que el concepto de ONG se ha pervertido hasta adquirir un carácter nobleza que blanquea aquello a lo que aplica y lo que simplemente quiere decir que algo es independiente de un gobierno, termina asimilándose a que no tiene ánimo de lucro, a que actúa desinteresadamente o que es algo así como un voluntariado. Nada más lejos de la realidad. En el caso de Open Arms, como tantas otras similares, firman acuerdos con Gobiernos para recompensar cada rescate, cada persona ayudada, cada buena acción… y claro, si se subvencionan estas cosas surgen intereses para que no desaparezcan.
En el caso de Open Arms, ha terminado envuelta en polémicas como la del famoso Aquarius que “rescató” gente casi en las playas de África y las llevó a Italia, cuando había puertos más cercanos, pero menos atractivos para sus ocupantes. No son los únicos, pero las prácticas son igual de similares y de sospechosas. Supuestamente “salen a patrullar” y a buscar naufragios, pero cualquiera que haya hecho un viaje por mar y haya visto la inmensidad azul que te rodea, sabe lo excepcional que es dar con algo o con alguien. Pues estos siempre que salen, se tropiezan con un naufragio o con gente a la deriva. Y también es manifiesto que el Óscar Camps muerto de hambre que nos muestra la película que sólo posee la ropa que lleva, ha terminado siendo un empresario con varias casas.
Por eso “Mediterráneo” me parece peligrosa. Entretenida y bien hecha, pero da mala espina.
En lo puramente cinematográfico, haciendo abstracción de los nombres propios, “Mediterráneo” es una película correcta y, aparentemente, bienintencionada, que trata de remover conciencias sobre el drama de las oleadas de inmigrantes asiáticos que buscaban entrar en Europa jugándose la vida al cruzar la escasa distancia por mar que separa las costas turca y griega. Aunque el producto promete escenas de acción en tensos rescates acuáticos nunca vistas en el cine español, yo diría que no está demasiado logrado a pesar del abuso de cámaras temblorosas a ras de agua tratando de dar sensación de oleaje en un mar que, claramente, está en calma chicha. Por más que los socorristas gritan y maldicen y los salvados gesticulan, el resultado no tiene más rigor que las escenas más cómicas de Pamela Anderson en “Los vigilantes de la playa”. El drama lo pone el contexto, el hacer el esfuerzo de imaginar que estamos viendo a familias desesperadas que desbordan las posibilidades de ayuda, no la técnica.
A cambio, las interpretaciones sí son muy destacables: Eduard Fernández está enorme, Sergi López muy bien y, por una vez, Dani Rovira y Anna Castillo no resultan cargantes a pesar de que incurren en los tics de siempre. También el argumento está trabajado, recubriendo el plato fuerte, los salvamentos y las muertes en el man, con aspectos burocráticos, técnicos, sociales y políticos que proporcionan una visión general bastante completa y no siempre sesgada del conflicto general.
Así las cosas, la película es de seis… si no fuese por lo que comentábamos al principio, por ese mensaje exaltador de la figura de Óscar Camps. Yo ya estoy en un punto en el que me creo bastante poco de las cosas, especialmente cuando hay dinero de por medio. Sinceramente, aunque no lo descarto, no creo que haya sido una película de encargo (como aquella de “Encontrarás dragones” sobre José María Escrivá de Balaguer) y tengo la sensación de que obedece a un afán admirativo de alguien deslumbrado por el altruismo y los valores de Camps. Lo malo es que la película está hecha sin espíritu crítico, aunque con gran talento para la propaganda: evita mostrar un personaje puro y de luz, pero convenientemente le añade un lado oscuro con elementos muy light como el perfeccionismo, la lucha para mantenerse sobrio y la cabezonería. En otras palabras, nos dibuja a un Óscar Camps noble, salvo por defectos como la firmeza o la templanza. Vamos, equidistancia impartida por Goebbels y Leni Riefenstahl.
Si bien “Mediterráneo” nos ofrece una perspectiva transversal bastante completa de lo que fue 2015, al conjunto le faltaría perspectiva temporal. Los hechos narrados fueron el embrión de lo que hoy es Open Arms una ONG dedicada al salvamento de inmigrantes en el Mediterráneo a gran escala. Parte del problema es que el concepto de ONG se ha pervertido hasta adquirir un carácter nobleza que blanquea aquello a lo que aplica y lo que simplemente quiere decir que algo es independiente de un gobierno, termina asimilándose a que no tiene ánimo de lucro, a que actúa desinteresadamente o que es algo así como un voluntariado. Nada más lejos de la realidad. En el caso de Open Arms, como tantas otras similares, firman acuerdos con Gobiernos para recompensar cada rescate, cada persona ayudada, cada buena acción… y claro, si se subvencionan estas cosas surgen intereses para que no desaparezcan.
En el caso de Open Arms, ha terminado envuelta en polémicas como la del famoso Aquarius que “rescató” gente casi en las playas de África y las llevó a Italia, cuando había puertos más cercanos, pero menos atractivos para sus ocupantes. No son los únicos, pero las prácticas son igual de similares y de sospechosas. Supuestamente “salen a patrullar” y a buscar naufragios, pero cualquiera que haya hecho un viaje por mar y haya visto la inmensidad azul que te rodea, sabe lo excepcional que es dar con algo o con alguien. Pues estos siempre que salen, se tropiezan con un naufragio o con gente a la deriva. Y también es manifiesto que el Óscar Camps muerto de hambre que nos muestra la película que sólo posee la ropa que lleva, ha terminado siendo un empresario con varias casas.
Por eso “Mediterráneo” me parece peligrosa. Entretenida y bien hecha, pero da mala espina.
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