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Cautivos del mal

Drama Un tiránico y manipulador productor de cine (Kirk Douglas), que ha caído en desgracia, pide ayuda a un director (Barry Sullivan), a una actriz (Lana Turner) y a un guionista (Dick Powell), a los que ayudó a triunfar, pero que tienen sobradas razones para detestarlo. Los tres le reprocharán su falta de escrúpulos para alcanzar el éxito sin reparar en las personas a las que traicionaba o engañaba.
Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
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7
14 de noviembre de 2007
106 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL PRODUCTOR: Personaje que diseccionan los tres siguientes.

EL DIRECTOR: Creador, con futuro, talento, oficio. Traicionado por el productor.

LA ACTRIZ: Guapa, con un talento que ha de madurar, con madera de estrella. Traicionada por el productor.

EL GUIONISTA: Experto en su campo, con muchas cosas que ofrecer, enamorado. Traicionado por el productor.
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EL CINE: Sin los cuatro anteriores esto es imposible. Son indispensables para que nos sentemos en una butaca, en la oscuridad, para ver a través de una pantalla todo un mundo, sensaciones, magia. Pero lo que sí es prescindible es lo que estos cuatro sientan, lo que deseen o cómo se lleven. Están para lo que están, para hacernos vibrar a través de una pantalla. Esta película cuenta con una dirección invisible, el director desaparece; con interpretaciones hipnóticas, llenas de rabia; con un guión perfecto. Y el resultado destila magia, perfección, hipnotismo, puro CINE. Porque si hay algo que nos une a los que estamos delante y a los que están detrás de la pantalla es el amor por el cine. "Cautivos del mal" es un magnífico poema dedicado a los que lo hacen y a los que lo disfrutamos.
GVD
8
4 de febrero de 2009
77 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vigoroso drama del realizador Vincente Minnelli (1910-1986), es uno de sus mejores trabajos. El guión, de Charles Schnee (“Río Rojo”, Hawks, 1948), adapta el relato breve “Tribute to Bad Man”, de George Bradshaw, publicado en “Ladies Home Journal” (febrero, 1951). Se rueda, entre abril y junio de 1952, en MGM Studios (Culver City, CA) y en escenarios naturales de CA (Beverly Hills Hotel, Lake Arrowhead ...), con un presupuesto de 1,6 M USD. Nominado a 6 Oscar, gana 5 (guión, actriz reparto, dir. artística, fotografía y vestuario). Producido por John Houseman (“Julio César”, Mankiewicz, 1953) para MGM, se proyecta por primera vez en público el 25-XII-1952 (L.A., preestreno).

La acción dramática tiene lugar en Hollywood y alrededores en 1958. El antiguo productor Jonathan Shields (Douglas), inactivo durante los últimos dos años, se pone en contacto con cuatro de sus antiguos colaboradores: Georgia Lorrison (Turner), actriz sofisticada; Fred Amiel (Sullivan), director de éxito; James Lee Bartlow (Powell), guionista de prestigio, galardonado recientemente con el Pulitzer; y el productor ejecutivo Harry Pebbel (Pidgeon). Éste cita a los otros tres en su despacho y trata de convencerlos para que acepten la invitación de Shields de participar en un nuevo film. Jonathan es autoritario, despótico, desconsiderado, egoísta, despiadado y traicionero. Ambicioso, megalómano y manipulador, carece de escrúpulos y de ética. No tiene amigos.

El film suma drama y romance. Presenta una visión ácida y crítica de la industria cinematográfica y del mundo del cine hecha desde dentro. Se ha dicho que es la mejor película de Hollywood sobre Hollywood. En todo caso es una buena película que trata un tema de gran interés cinéfilo. El título original, “The Bad and the Beautiful”, hace referencia al productor Shields (el malo) y la esplendorosa protagonista femenina (la bella). Evoca el mito de la bella y la bestia. El título provisional (“working title"), que coincide con el del relato breve, “Tribute to Bad Man”, pone el acento en la malicia, la malignidad, la maldad y perversidad del protagonista, que constituye el foco de atención del relato.

La narración desarrolla una historia de intenso dramatismo, que Minnelli dota de tonos vivos y trazos profundos. Añade episodios singulares que aportan impactos dramáticos sorprendentes y de gran fuerza (súbito lanzamiento de la chica llevada en brazos a la piscina). Varios de estos episodios el realizador los muestra en imágenes, de acuerdo con sus preferencias por la visualidad. La experiencia teatral le permite crear un juego escénico brillante, del que extrae recursos que intensifican la fuerza dramática. Minnelli construye un drama profundo y vigoroso, de acertadas atmósferas, que es una de las cimas de su filmografía.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La estructura narrativa se basa en el uso de flashbacks para recordar hechos del pasado desde perspectivas diversas. Las interpretaciones del conjunto del elenco son convincentes y solventes. Kirk Douglas ofrece un recital interpretativo de nivel, que integra algunas sobreactuaciones bien dosificadas, que contribuyen a dar profundidad al drama. El texto contiene citas, expresiones y afirmaciones puestas en boca de los actores, llenas de pesimismo y desesperanza, como “El amor es cosa de chiquillos”, “El amor sólo existe en los sueños”, etc.

Bajo la lectura directa, el relato contiene un amplio repertorio de referencias a personas del mundo de Hollywood, que dan textura y emoción al texto. La figura del productor se inspira en David O. Selznick, con rasgos de Irving Thalberg y Darryl F. Zanuck. Añade referencias a Val Lawton, Orson Welles, Raymond Chandler y a otros. El director Alfred Amiel y su ayudante Miss March (Freeman) se inspiran en Alfred Hitchcock y su esposa, Alma Reville. Georgia Lorrison suma ecos de Diana Barrymore y Judy Garland, ex-esposa de Minnelli. El padre de Georgia recuerda a John Barrymore. Hay más similitudes y coincidencias. La combinación de dramatismo y referencias caricaturescas a personajes famosos del cine, confieren a la obra una frescura y una intensidad que el realizador aprovecha con maestría y óptimos resultados. El salpicado de humor incluye referencias hilarantes al cine de serie B, al cine de monstruos, al cine de terror, a los westerns de bajo presupuesto, a las superproducciones mejicanas (“The Faraday Mountain”), a los dramones rodados en 10 días, etc. Denuncia el culto a las falsas apariencias y a las apariencias (ceremonia fúnebre con figurantes de pago), el presumir de poder económico, la hipocresía, el abuso de poder, etc.

La música, de David Raskin, ofrece una partitura de graves evocaciones trágicas, que envuelven y elevan los recurrentes estallidos de dramatismo. Son notables los cortes “Love Is For The Very Youngs”, “The Acting Lesson” y “Nocturno”. Como música añadida incorpora dos gratas melodías: “Don’t Blame Me” y “Temptation”. La fotografía, de Robert Surtees (“Ben Hur”, Wyler, 1959), en B/N, aporta un diligentes trabajo de cámara y una narración realista, sincera y austera, aderezada con acertados toques de humor visual.

Largometraje nº 13 de Minnelli, considerado por muchos cinéfilos como film de culto.
7
28 de junio de 2007
65 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que "Ciudadano Kane" fue para el periodismo y para su gran magnate William Randolph Hearst, "Cautivos del mal" lo es para el cine y para su productor David O. Selznick.

El protagonista del film, el Jonathan Shields (Kirk Douglas) interpreta a un productor de cine que lo ha sido todo en la industria, pero para el que ya no hay más crédito ni concesiones. Ante esta situación intenta reunir a tres estrellas del cine para que hagan una película con él. El director (Barry Sullivan), la actriz (Lana Turner) y el guionista (Dick Powell), son grandes personalidades del cine decubiertas por Shields, pero este les jugó una mala pasada y ahora los tres le detestan.

El film cuenta tres historias paralelas y diferentes sobre como el director, el guionista y la actriz conocieron a Shields, y les ayudó para más tarde traicionarlos.

Los paralelismos en todo el film con David O. Selznick, productor de "Lo que el viento se llevó", "Rebeca", y otros grandes éxitos, son evidentes, y supongo que mucho más claros en su época. "Cautivos del Mal" es una gran película -pero no una obra maestra- que nos habla sobre los entresijos de Hollywood y sus malas artes. Buena película pero con un final poco convincente.
9
11 de diciembre de 2006
47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta norteamericano de origen franco canadiense e italiano Vincente Minnelli firmó está estupenda película sobre el alza y el declive en el mundo del espectáculo cinematográfico, narrándonos con cierto estilo de obras tales como "Rashomon" de Kurosawa o "Ciudadano Kane" de Welles, una trama donde se nos habla del ascenso a las alturas y posterior caída en el olvido de un productor de raza, cuyas dudosas acciones en vida le costaron la indiferencia en los momentos difíciles...

Una obra bien narrada, bien fotografiada (Robert Surtees) y bien ambientada, al viejo estilo de Holywood, justo en aquella época donde estaba de moda contar historias sobre el bello sueño americano inspirado en Holywood...

Así, dos años antes Billy Wilder nos relató una historia parecida en su magistral "Sunset Boulevard", ó Robert Aldrich nos contaría también algo parecido diez años más tarde en su brillante psicodrama "¿Qué fue de Baby Jane?"...

Todavía recordamos a Jonathan Shields(Kirk Douglas), aquel productor de raza en sus duros inicios, cuando tras la muerte de su padre Hugo Shields, un famoso productor arruinado, tuvo que reinventar la depauperada productora Shields, asociándose con aquel otro productor ejecutivo Harry Pebbel(Walter Pidgeon), buscando las tres figuras claves del éxito cinematográfico; el director, la actriz (y/o actor) con nombre, y el guionista que le proporcionaran el emblema mágico del éxito, fenomenalmente reflejado en aquella consigna que no paraba de repetir a sus empleados; "...no quiero conseguir loas de mi obra, sólo necesito hacer películas que acaben con un beso y que me reporten pingües beneficios..."...

...Y cómo posteriormente irá desmarcándose de las promesas e intenciones iniciales, dejándose llevar por sus agresivas intuiciones y altivo carácter...haciendo las cosas a su manera y sin tener en cuenta los intereses y motivos de los demás...llegando incluso en un alarde de soberbia a jugar el papel de director de sus propias películas y sintiéndose frustado por el resultado...saboreando las mieles del triunfo y finalmente, escupiendo las heces del fracaso, la soberbia y el olvido en forma de indiferencia,...fiel reflejo de aquel sabio proverbio; "siembra vientos y recogerás tempestades".

En cualquier caso una maravillosa película sobre los entresijos de aquel Holywood sobrevalorado, donde detrás de bambalinas había tanta miseria disfrazada de hipocresía como en cualquier otro campo más profano y menos glamuroso.

I M P R E S C I N D I B L E.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Arranca la película con una llamada de teléfono desde París de parte del productor Jonathan Shields en primer lugar al reputado y afamado director Fred Amiel(Barry Sullivan) quien parece hacer caso omiso a la misma...posteriormente la misma llamada se produce a la también reputada y aclamada estrella de cine,Georgia Lorrison(Lana Turner) quien también le deniega respuesta...y por último al reciente premio pulitzer, el guionista James Lee Bartlow(Dick Powell) quien prácticamente le envía a la mierda...

Ante las tres negativas, es el socio de Shields, el productor ejecutivo Harry Pebbel(Walter Pidgeon) quien les reúne y les comunica el motivo de la llamada de su socio Shields...volver a hacer con él una película, a lo cual los tres vuelven a negar...

A partir de ahí comienza una interrogación de Harry a cada uno de ellos, tratando de convencerles uno a uno de colaborar con él, para lo cual se valdrá de recordarles sus experiencias pasadas con Jonathan.

El primero de todos fue el director Fred, quien recuerda cuando le conoció hacía casi 16 o 17 años en el entierro de su padre, el reputado productor de cine venido a menos, Hugo Shields, creador de la reputada productora Shields prácticamente arruinada... Cuando en mitad del sepelio Fred lanzó vituperios a la figura del difunto en presencia de Jonathan sin saber que se trataba de su hijo, y cómo al salir del entierro Jonathan iba pagando los pertinentes 11 dólares de rigor a los figurantes del mismo, negándose a pagárselos a Fred por sus improperios...

Como después el propio Fred, entonces ayudante de dirección, chico de los recados y aspirante a director acudirá a casa del arruinado Jonathan Shields para hablar de una posible colaboración...

Shields ambicioso acudirá donde el antiguo amigo de su padre, el productor ejecutivo Harry Pebbel a pedirle ayuda y cómo poco a poco ambos salen juntos a flote en el difícil negocio, hasta que un día, sin venir a cuento Jonathan decide prescindir de sus servicios...

La siguiente en ser interrogada es la resentida y despechada actriz Georgia, quien recordará cómo fue contratada por Shields hasta empeñado en convertirla en una estrella a pesar de sus problemas hereditarios con el alcohol, enamorándose de él y llevándose posteriormente un desengaño amoroso...

Y por último será el guionista James Lee Bartlow quien será interrogado, recordando a su vez sus comienzos con el famoso productor, cuando se mudó a Holywood, y empezó a trabajar de guionista, recluído por el propio Shields en lagos paradisíacos, mientras Shields se encargaba de que su cotilla y molesta mujer, Rosemary (Gloria Grahame), no le importunara con sus chismorreos, haciéndola acompañar de su actor fetiche, el galán Victor 'Gaucho' Ribera(Gilbert Roland), con quien tendría un accidente mortal aéreo...Shields también acabará saliendo mal con Bartlow...

Al final de la película los tres se mantendrán en las mismas...
8
21 de mayo de 2011
42 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes debates cinéfilos consiste en dilucidar a quién pertenece una peli. Y aunque resulta hasta obvio afirmar que cualquier trabajo cinematográfico es fruto de una labor de equipo, también lo es considerar —hoy por hoy— que la figura más determinante en un rodaje (y, por lo tanto, el hipotético ‘autor’ de la obra en cuestión) es su director.

Hubo un tiempo, sin embargo, en que los directores eran simples ejecutivos. Sumisos peleles al servicio de productoras cuyos capitostes cortaban el bacalao a su antojo. Capitostes, por ejemplo, como Jonathan Shields (Kirk Douglas), el prota de “Cautivos del mal”. Un personaje —según dicen— meridianamente inspirado en la figura de David O. Selznick.

Obviamente, jamás se me ocurriría anteponer la labor de un productor a la de un director. Entre otras cosas porque un servidor aún confía en la capacidad creativa de cualquier cineasta. Pero Jonathan Shields (u O. Selznick, quizás) no representa a ningún tuercebotas. Ni mucho menos. Jonathan Shields representa a un hombre de cine. Déspota, canalla y sin escrúpulos, por supuesto. Pero un hombre de cine al fin y al cabo. Y eso es lo que, en definitiva, deberíamos tener en cuenta.

Ocho rutilantes estrellitas, pues, para una peli que descubre los entresijos del cine con incuestionable pericia y que —pese a no alcanzar, a mi juicio, la elevada cota de “El crepúsculo de los dioses”— constituye uno de las mejores trabajos de Douglas, de Minnelli y, sin lugar a dudas, una de la más profundas y endogámicas historias del séptimo arte. Palabra.
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