Continuando la estela de buen gusto en las series de época de la BBC llega The Paradise: una tienda para soñar. Con un argumento sencillo y unos personajes encantadores en ocasiones, y algo repulsivos en otras, nos llega al corazón. A pesar de que se desarrolla en el pasado, tiene algo de temática actual: las relaciones que se crean en cualquier centro de trabajo. Cuenta con los roles que, aunque bastante gastados, se dan en la vida real: el trepa, el cotilla, el venerado, el gracioso, la mano derecha... etc. Además no hay buenos ni malos, se muestran las circunstancias que han llevado a cada personaje a ser lo que son.

Nueva muestra del mimo y el cuidado que la tele británica confiere a sus series nos llegan estas Galerías plagadas de seda, tules de colores y pedrería y mucha, mucha pluma, pero lejos de acercarse a la ñoñez que cabría esperar, la adaptación de Zola se centra en personajes y situaciones blancas y un poco folletinescas que entretienen, enganchan y divierten las aburridas tardes de domingo lluvioso.
Lo mejor sin duda es el protagonista, Emun Elliot, como dueño estrambótico y adorable.
Así sí.

Tres primeros episodios he visto, no creo que vea más. No engancha, pero entretiene. Tras unos prometedores títulos de crédito lo que se nos muestra es insulso. Las galerías Paradise no son más que un decorado pequeño, con enseres recogidos de almacenes y guardarropías de algún estudio. No hay magnificencia al entrar allí, los trabajadores no trabajan y apenas hay extras que hagan de compradores. No hay personajes reales: la mala es mala, la tonta es tonta, la lista es lista y poco más. Hay un vestuario pésimo. No hay conflictos que nos hagan identificar con los personajes, si acaso esbozos, sin detalles, sin miradas, sin pausas. Los actores son mediocres, nadie destaca.
Pero supongo que entretiene.