Debo reconocer que fui la primera en resistirse a ver esta serie, que pintaba como otra de las nuevas tonterías de la Disney -como todas las versiones y segundas partes bastardas de sus films de animación de las dos últimas décadas a excepción de Lilo y Stitch, que tiene su gracia- y que acabé viéndola por pura casualidad, un día de esos que no tienes ganas de levantarte a por el mando para cambiar de cadena. Y, actualmente, si no le doy más nota es porque la última temporada fue francamente abominable y debería dejar de existir, porque las anteriores no sólo son divertidísimas, sino también estéticamente muy chulas. El plantel de enemigos de Kim, con la hiper-eficiente Shego al servicio del un tanto incompetente Dr Drakken, el señor Senior Senior y, como no, el señor Senior Junior, o DNAmy me conquistaron rápidamente con sus malvados planes. Y el hecho de que ninguno de los protagonistas, Kim incluida, está libre de defectos tiene bastante gracia.
Si tan sólo la hubieran publicitado como algo distinto, probablemente habría tenido mucha más audiencia. Una auténtica pena.

Kim Possible era una serie la mar de entretenida y simpática para los niños y los no tan niños.
Aventuras de una espía adolescente ayudada por su torpe amigo y una mascota animal que ayuda como la que más en las investigaciones. Todo tenía un enorme encanto, mucho entretenimiento, misterio, acción... en definitiva, una notable apuesta para divertir al público más joven con aventuras de calidad y personajes que rebosan simpatía por sus cuatro animados costados.

Lo mejor: Lo entretenida que era
Lo peor: Nada salvo que tampoco es ninguna obra maestra de la televisión