Pero gracias a Dios, con películas como ésta, nosotros como espectadores sí. Mucho van a tener que esforzarse las diversas adaptaciones del clásico homónimo de Jane Austen, publicado en 1813 pero ambientado en los últimos años del siglo XVIII, se nota en la moda, para superar la académica versión de Joe Wright, novato como director de cine pero no en televisión, sensible, llena de matices personales y eminentemente romántica. La verdad es que cada vez que la veo me gusta más, en esta ocasión, en versión original subtitulada, como los hacen entendidos y gafapastas, así que no descarto subirle la nota. De todas maneras en casa tenemos una polémica respecto a cuál es mejor, si esta "Orgullo y prejuicio" o "Sentido y Sensibilidad" (1995). Siempre he preferido la segunda, porque me gusta más la historia, pero aviso que en los próximos días toca revisión, así que ya os contaré qué me ha parecido.

La presente goza de prácticamente todas las ventajas del cine británico, ese que nunca se entiende como europeo, al parecer circunscrito a lo franco-italiano o de algún país de Europa oriental, en cuanto al tono, estilo, elegancia, gusto por el diálogo y fina ironía. En este sentido se desarrolla tanto como drama romántico, costumbrista, observad las limitaciones que tenían las mujeres en temas de herencia o en la administración de su patrimonio, y comedia del mejor humor británico. En el aspecto técnico obtuvo cuatro nominaciones a los Oscars, si bien ningún premio, destacando entre las mismas, la dirección artística y el vestuario, y a un preciosa Keira Knightley, aunque Joe Wright, el resto de actores o la banda sonora no se quedan atrás. Lo mejor de "Orgullo y prejuicio" es ver como crece el amor, a través de gestos, palabras y miradas, hasta llegar a un agónico susurro que dice: "I love... I love you".