Un intento algo fallido de fusionar dos géneros entre la realidad virtual de los videojuegos y el mundo real es este segundo largometraje de los franceses  Caroline Poggi y Jonathan Vinel, una narrativa complicada que con un irregular ritmo nos presenta a dos hermanos Pablo y Apolline que viven solos y alternan sus vidas entre el videojuego Darknoon (que pronto va a desaparecer) y su vida personal. Recuerdo ver su anterior film "Jessica Forever" en el Festival de Sitges del 2018 y me causo un sueño terrible.

Pablo vive con su hermana pequeña, fabrica y trapichea pastilla de drogas sintéticas que distribuye por la ciudad en su flamante moto, su hermana estudia, los dos están inmersos en un videojuego de rol en línea llamado Darknoon. Es cuando Pablo conoce a Night, un chico africano del que se enamora y que trabaja en una tienda. Le propone que juntos lleven el negocio de las drogas... pero hay otra banda rival que lucha por tener el control de esa zona...

Vivir dentro de un mundo virtual y alejarte de las complicaciones de la vida real es la trama central del film, un territorio donde puedes ser quien quieras ser y tener libertad de poder hacer cosas diferentes en otros lugares completamente distintos para crearse otra vida.

Sin embargo, ese choque cambiante de lugares hace que la narrativa se vuelva farragosa en detrimento del ritmo, las situaciones de la vida real son muchísimo más interesantes de lo que ocurre en el interior del mundo virtual, algo que hace que tu interés decaiga en muchos momentos.

La película resulta interesante a medias y durante sus 106 minutos me provocaron mirar el reloj varias veces, y eso es mala señal.
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