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Voto de Natxo Borràs:
8
Voto de Natxo Borràs:
8
6,8
582
Drama
Mientras se produce la desmembración del imperio Austro-Húngaro, el joven Alfred Redl (Klaus Maria Brandauer) ingresa en el ejército y asciende de forma meteórica. Redl llega a alcanzar el grado de coronel y realiza un impecable trabajo dentro de los servicios de contraespionaje. Pero durante todo ese tiempo trata de mantener en secreto su homosexualidad... Inspirada en una obra de teatro de John Osborne que, a su vez, se basa en hechos ... [+]
9 de septiembre de 2008
9 de septiembre de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor de las tres películas en que Ivan Szabó radiografiaría la caída del Imperio Austro-Hungaro. Nuevamente, con Brandauer en la cabeza, la figura de militar es el punto de mira de un drama con toques de intriga palaciegas y una Europa tambaleada por los constantes ecos de guerra.
Alfred Redl fue servicial a la Monarquía aunque se mantenía al margen de los planes del nuevo heredero, instigado en fortalecer un sistema ya envejecido y acechado por la sed de nacionalización de los diferentes pueblos que conformaban el Imperio. Su única contradicción era su homosexualidad. Aún así su carácter autoritario y disciplinario a filas le alejó de cualquier comentario o sospecha. Su excelente labor de contraespionaje en las fronteras con Rusia le valió la gracia del Archiduque, pero los antiguos fantasmas y recelos heredados de su orgullo le pasarían factura. Acusado de alta traición después de pasar secretos a los rusos, el Consejo de Guerra, que por lo que parece ser nunca llegó a ser sometido, aprovó que fuera él quien decidiera su propio destino. Precisamente el hombre que había decidido consolidar fuertemente la dinastía de los Habsburgo cayó por el orgullo de estos, mientras eran las altas comandancias militares las que tomaban riendas en el asunto y se burlaban de ese imperio obsoleto. La vanidad jugando con el honor.
Muy bien ambientada en la época que se situa. Especial énfasis en los exteriores, siempre nevados, nublados u ocultos por la niebla. Algo lenta en el desarrollo pero eficaz en su desenlace. A mayor gloria de la interpretación de Brandauer, un Dreyfus sumido en la predestinación de la tragedia.
Alfred Redl fue servicial a la Monarquía aunque se mantenía al margen de los planes del nuevo heredero, instigado en fortalecer un sistema ya envejecido y acechado por la sed de nacionalización de los diferentes pueblos que conformaban el Imperio. Su única contradicción era su homosexualidad. Aún así su carácter autoritario y disciplinario a filas le alejó de cualquier comentario o sospecha. Su excelente labor de contraespionaje en las fronteras con Rusia le valió la gracia del Archiduque, pero los antiguos fantasmas y recelos heredados de su orgullo le pasarían factura. Acusado de alta traición después de pasar secretos a los rusos, el Consejo de Guerra, que por lo que parece ser nunca llegó a ser sometido, aprovó que fuera él quien decidiera su propio destino. Precisamente el hombre que había decidido consolidar fuertemente la dinastía de los Habsburgo cayó por el orgullo de estos, mientras eran las altas comandancias militares las que tomaban riendas en el asunto y se burlaban de ese imperio obsoleto. La vanidad jugando con el honor.
Muy bien ambientada en la época que se situa. Especial énfasis en los exteriores, siempre nevados, nublados u ocultos por la niebla. Algo lenta en el desarrollo pero eficaz en su desenlace. A mayor gloria de la interpretación de Brandauer, un Dreyfus sumido en la predestinación de la tragedia.