Rubber
5,9
3.881
11 de octubre de 2010
11 de octubre de 2010
66 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
–Sabes, estoy escribiendo el guión para mi primera película
–¿Ah sí? ¿Y de qué va?
–De un neumático asesino.
–Propropro
–Calamar. Globo volando en círculos. Corre, corre, que no puedes escapar.
Inverosímil, sin sentido, y sin embargo excelente película, tan irreal como este diálogo, que va, simplemente, de un neumático y sus andanzas por una desértica zona de los Estados Unidos donde sólo hay cuervos, moteles y una larga, larga carretera.
Escéptico, quien se disponga a verla, pensará que un tema así podría dar para un buen cortometraje, o un interesante mediometraje, pero nunca para noventa minutos de aventuras. Y es que se trata de un ejercicio; de un experimento harto difícil pero lleno de posibilidades y comodines.
Aprovechando que se basa en el ‘sinsentido’, se abren para el film las inmensas puertas del todo vale –si se hace bien– y Quentin Dupieux no desperdicia la oportunidad de pasar sin dudar por éstas, que le habilitan para jugar con el espectador a un tuya mía, y para facilitar a su neumático carta blanca para pasearse a su aire por el metraje. Así pues, se trata de una historia sin demasiados pies y menos cabezas que explota lo inverosímil como ninguna y arranca de él un humor peculiar pero simple que provocará, casi seguro y como mínimo, media docena de carcajadas.
Aún así, no sólo la historia es buena. Tanto las actuaciones, en especial del Sheriff, como la banda sonora, así como también una cuidada fotografía hacen que la película sea, casi, tan redonda como su protagonista.
–¿Ah sí? ¿Y de qué va?
–De un neumático asesino.
–Propropro
–Calamar. Globo volando en círculos. Corre, corre, que no puedes escapar.
Inverosímil, sin sentido, y sin embargo excelente película, tan irreal como este diálogo, que va, simplemente, de un neumático y sus andanzas por una desértica zona de los Estados Unidos donde sólo hay cuervos, moteles y una larga, larga carretera.
Escéptico, quien se disponga a verla, pensará que un tema así podría dar para un buen cortometraje, o un interesante mediometraje, pero nunca para noventa minutos de aventuras. Y es que se trata de un ejercicio; de un experimento harto difícil pero lleno de posibilidades y comodines.
Aprovechando que se basa en el ‘sinsentido’, se abren para el film las inmensas puertas del todo vale –si se hace bien– y Quentin Dupieux no desperdicia la oportunidad de pasar sin dudar por éstas, que le habilitan para jugar con el espectador a un tuya mía, y para facilitar a su neumático carta blanca para pasearse a su aire por el metraje. Así pues, se trata de una historia sin demasiados pies y menos cabezas que explota lo inverosímil como ninguna y arranca de él un humor peculiar pero simple que provocará, casi seguro y como mínimo, media docena de carcajadas.
Aún así, no sólo la historia es buena. Tanto las actuaciones, en especial del Sheriff, como la banda sonora, así como también una cuidada fotografía hacen que la película sea, casi, tan redonda como su protagonista.
25 de marzo de 2011
25 de marzo de 2011
41 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una carretera llena de sillas, un coche que las golpea, un policía que sale del maletero del citado vehículo. Y mira ¿a cámara? y nos explica, en apenas tres minutos, cómo las grandes obras de la historia del cine están llenas de “no fucking reason” (vamos, sin sentidos). Luego lo adapta a la vida real, “¿por qué no vemos el aire que nos rodea?”, explica. Y tras su (hilarante) monólogo nos explica que lo que vamos a ver es un homenaje a esos “sin sentidos”. La cámara se gira y vemos a un grupo de personas (el público) en un descampado. Se les provee de unos prismáticos y se les hace mirar al horizonte. Van a ver una película en tiempo real. Y así, con la cámara deslizándose entre paisajes desérticos, es como empieza “Rubber”, una de las producciones de terror más personales del pasado 2010.
Quentin Dupieux dirige y escribe el guión de esta historia que sigue la travesía de un neumático, Robert, a lo largo de un desierto. Dicho así suena a coñazo supremo pero la gracia la pone lo que éste puede hacer, nada menos que explosionar las cabezas de quien le venga en gana (conejos, cuervos, humanos) usando sus poderes telepáticos y haciendo un homenaje nada disimulado a la famosa escena de “Scanners” de David Cronenberg. No es el único punto en común que ofrece esta obra con la del realizador de “Videodrome”, ni tampoco es éste la única influencia de Dupieux (que pasa de las monster movies al “Duel” de Spielberg); lo que encontramos aquí es un cóctel perfecto entre terror y comedia negra, añadiendo pinceladas surrealistas y un sentido de la autocrítica que rara, rarísima vez se ha visto en pantalla.
"Rubber" se atreve además a ir más lejos que sus propias referencias y, de forma honesta (porque no hay ni un solo momento en el que se intuya que Dupieux se cree por encima de su público) reflexiona sobre la realidad y la ficción con ciertos momentos de cine dentro de cine que terminan por redondear la propuesta. Marciana y única, “Rubber” es todo aquello que siempre quisiste ver en pantalla y nunca te atreviste a pedir. Una locura que podría haber salido mal (como en el caso de “Los tomates asesinos”) pero que afortunadamente, aquí, funciona perfectamente. Divertida e ingeniosa, vale su peso en oro a pesar de que no reinventa (ni siquiera lo intenta) el género.
Quentin Dupieux dirige y escribe el guión de esta historia que sigue la travesía de un neumático, Robert, a lo largo de un desierto. Dicho así suena a coñazo supremo pero la gracia la pone lo que éste puede hacer, nada menos que explosionar las cabezas de quien le venga en gana (conejos, cuervos, humanos) usando sus poderes telepáticos y haciendo un homenaje nada disimulado a la famosa escena de “Scanners” de David Cronenberg. No es el único punto en común que ofrece esta obra con la del realizador de “Videodrome”, ni tampoco es éste la única influencia de Dupieux (que pasa de las monster movies al “Duel” de Spielberg); lo que encontramos aquí es un cóctel perfecto entre terror y comedia negra, añadiendo pinceladas surrealistas y un sentido de la autocrítica que rara, rarísima vez se ha visto en pantalla.
"Rubber" se atreve además a ir más lejos que sus propias referencias y, de forma honesta (porque no hay ni un solo momento en el que se intuya que Dupieux se cree por encima de su público) reflexiona sobre la realidad y la ficción con ciertos momentos de cine dentro de cine que terminan por redondear la propuesta. Marciana y única, “Rubber” es todo aquello que siempre quisiste ver en pantalla y nunca te atreviste a pedir. Una locura que podría haber salido mal (como en el caso de “Los tomates asesinos”) pero que afortunadamente, aquí, funciona perfectamente. Divertida e ingeniosa, vale su peso en oro a pesar de que no reinventa (ni siquiera lo intenta) el género.
5 de septiembre de 2011
5 de septiembre de 2011
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despúes de haberme interesado por ella hace ya un tiempo, ayer por fín pude echarle un vistazo a Rubber, esta disparatada película sobre un neumático que cobra vida.
Desde luego, no se puede negar la falta de valor por parte de su director ya que crear un film a partir de contar las peripecias digamos; de una rueda asesina no es tarea fácil.
¿Es Rubber un bodrio de película ? Para nada. De hecho la película empieza perfectamente con un prólogo en el que queda perfectamente explicado a raíz del cual parte el planteamiento de la película. Tal vez por eso me queda pena ver que al pasar la más que aceptable media hora empieza a decaer con unos actos que rozan un poco lo absurdo , si es que todavía era posible, y que en mi opinión hacen que decaiga el interes en esta (¿de verdad hacía falta hacer todo eso ?. Si,hablo del pavo y demás. )
Por último destacar la fotográfia, y los planos de cámaras que están bien cuidados, de los actores no se puede resaltar gran cosa, eso sí, impecable la actuación del neumático ( no es bromaa ) y del final añadir que salva el declive que anida a mitad del film.
En resúmen una película aceptable, sus escasos 80 min ayudan a no aburrir, y recomendable para aquellos amantes del género que quieran ver una propuesta arriesgada a la par que original.
Lo mejor: La primera media hora y EL NEUMÁTICO.
Lo peor: Que intenten rellenar metraje con estupideces que solo hace estropear una película que podría haber estado mejor.
Desde luego, no se puede negar la falta de valor por parte de su director ya que crear un film a partir de contar las peripecias digamos; de una rueda asesina no es tarea fácil.
¿Es Rubber un bodrio de película ? Para nada. De hecho la película empieza perfectamente con un prólogo en el que queda perfectamente explicado a raíz del cual parte el planteamiento de la película. Tal vez por eso me queda pena ver que al pasar la más que aceptable media hora empieza a decaer con unos actos que rozan un poco lo absurdo , si es que todavía era posible, y que en mi opinión hacen que decaiga el interes en esta (¿de verdad hacía falta hacer todo eso ?. Si,hablo del pavo y demás. )
Por último destacar la fotográfia, y los planos de cámaras que están bien cuidados, de los actores no se puede resaltar gran cosa, eso sí, impecable la actuación del neumático ( no es bromaa ) y del final añadir que salva el declive que anida a mitad del film.
En resúmen una película aceptable, sus escasos 80 min ayudan a no aburrir, y recomendable para aquellos amantes del género que quieran ver una propuesta arriesgada a la par que original.
Lo mejor: La primera media hora y EL NEUMÁTICO.
Lo peor: Que intenten rellenar metraje con estupideces que solo hace estropear una película que podría haber estado mejor.
5 de noviembre de 2010
5 de noviembre de 2010
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert es un neumático que, aparentemente, parece ser casi como cualquier otro neumático vulgar y corriente: redondo, negro y de goma. Pero a diferencia del resto de los neumáticos de este mundo tiene lo que se dice muy mala leche y, lo que es peor, un instinto asesino difícil de saciar. Por si fuera poco además tiene poderes psíquicos, algo que le permite practicar a la menor ocasión su hobby favorito, el cual no es otro que reventar las cabezas de cualquier ser vivo que se le ponga por delante, ya sea este un conejo, un pájaro o una persona, tanto monta que monta tanto. Tan sólo ver la tele, un bañito en la piscina o una atractiva joven que responde al nombre de Roxane Mesquina parecen entretenerle lo justo como para que se olvide de sus ansias por la sangre aunque sólo sea por unos pocos minutos.
Se hace evidente que 'Rubber' es un relato atípico, no sólo porque su protagonista sea un neumático, algo que por supuesto ayuda y mucho, sino porque todo su planteamiento y desarrollo se fundamenta en una sola cuestión: la suspensión de toda razón. Hay cosas en esta vida que simplemente son, viene a contarnos la película, que no tienen un por qué con el que podamos catalogarlo o etiquetarlo, o por lo menos este fundamento no necesariamente tiene que estar regulado por una lógica que nuestro intelecto sea capaz de comprender. 'Rubber' es un film inclasificable, tanto que hasta en un principio podríamos decir sin miedo a equivocarnos que es hasta estúpido, al menos tanto como uno se siente cuando intenta explicarle a otro lo que acaba de ver. Extrañamente, la estupidez es una primera impresión cuyo recuerdo reposado de su visionado elimina de la ecuación. No es que sea un film inteligente, o puede que tal vez sí, pero cuanto menos es un film diferente, muy diferente, y lo es hasta un punto que lo hacen a su vez una producción sumamente irresistible para audiencias abiertas de mente.
¿Por qué ET es marrón? ¿Por qué los personajes de 'La matanza de Texas' no van al baño? ¿Por qué los protagonistas de 'Love Story' se enamoran? ¿Por qué el personaje de Adrian Brody en 'El Pianista' debía esconderse y era pobre... si tocaba muy bien el piano? Ya lo advierte en su prólogo el personaje de un policía, quién acaba de salir con un vaso de agua en la mano del maletero de un coche que previamente ha derribado una serie de sillas esparcidas sin orden ni concierto por en medio del desierto mientras se acercaba a la posición de un hombre que sujeta unos cuantos prismáticos, los cuales repartirá posteriormente entre un grupo variopinto de personas que harán las veces de un público que seguirá, más o menos atento, el devenir del relato desde lo alto de una colina. ¿Por qué en 'Rubber' un neumático cobra vida? ¿Y a quién le importa?
Se hace evidente que 'Rubber' es un relato atípico, no sólo porque su protagonista sea un neumático, algo que por supuesto ayuda y mucho, sino porque todo su planteamiento y desarrollo se fundamenta en una sola cuestión: la suspensión de toda razón. Hay cosas en esta vida que simplemente son, viene a contarnos la película, que no tienen un por qué con el que podamos catalogarlo o etiquetarlo, o por lo menos este fundamento no necesariamente tiene que estar regulado por una lógica que nuestro intelecto sea capaz de comprender. 'Rubber' es un film inclasificable, tanto que hasta en un principio podríamos decir sin miedo a equivocarnos que es hasta estúpido, al menos tanto como uno se siente cuando intenta explicarle a otro lo que acaba de ver. Extrañamente, la estupidez es una primera impresión cuyo recuerdo reposado de su visionado elimina de la ecuación. No es que sea un film inteligente, o puede que tal vez sí, pero cuanto menos es un film diferente, muy diferente, y lo es hasta un punto que lo hacen a su vez una producción sumamente irresistible para audiencias abiertas de mente.
¿Por qué ET es marrón? ¿Por qué los personajes de 'La matanza de Texas' no van al baño? ¿Por qué los protagonistas de 'Love Story' se enamoran? ¿Por qué el personaje de Adrian Brody en 'El Pianista' debía esconderse y era pobre... si tocaba muy bien el piano? Ya lo advierte en su prólogo el personaje de un policía, quién acaba de salir con un vaso de agua en la mano del maletero de un coche que previamente ha derribado una serie de sillas esparcidas sin orden ni concierto por en medio del desierto mientras se acercaba a la posición de un hombre que sujeta unos cuantos prismáticos, los cuales repartirá posteriormente entre un grupo variopinto de personas que harán las veces de un público que seguirá, más o menos atento, el devenir del relato desde lo alto de una colina. ¿Por qué en 'Rubber' un neumático cobra vida? ¿Y a quién le importa?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En realidad 'Rubber', salvando una serie de particularidades que por demás en absoluto pasan para nada desapercibidas durante su proyección, no es más que el clásico relato en torno al psycho killer de turno que se ha adaptado a las características del protagonista en vez de adaptar al protagonista a las características del relato. Si llegado un punto aceptamos y dejamos de lado la naturaleza de este personaje, y le adoptamos de igual manera que por ejemplo hicimos en su momento con el genial pero verdaderamente inerte Wilson, hasta podríamos decir que dentro de la cinta esta parte resulta hasta convencional y todo, pues ocasionalmente esta narración es interrumpida por una serie de reflexiones entre el absurdo y el metalingüismo que, a modo de evidente relleno, intentan ampliar los márgenes del relato más allá de la sencilla broma carne de cortometraje que es en verdad la película, y alargan su metraje hasta una duración apta para un festival especializado. Y esa parte sí que es la que viene a resultar estrafalaria, arriesgada, y en gran medida, atípica. Pero Robert, el neumático, tan sólo es "alguien" buscando su sitio...
Según el día gustará más o menos, o ni tan siquiera gustará aunque al final, si uno aguanta hasta el final, siempre le quedará esa especie de orgullo del para bien o para mal "la he visto", y he aquí que la recuerdo porque tiene algo llamado personalidad que la hace ser especial, guste o no. De haber carecido de cualquier marcianada la cinta hubiera caído muy probablemente en un terreno en el que sólo la sangre hubiera podido situarla en algún punto del panorama cinematográfico. Estúpida inteligencia, como quién dice, sólo apta para paladares muy deudores de experiencias fuera de lo común, pero que no obstante y a pesar del inclasificable envoltorio, ofrece una reflexión en torno al propio cine que no deja de ser de lo más estimulante que, aunque convencional, está planteada de forma nada convencional: la vulgaridad y el conformismo como vehículo de expresión artística viene a ser una comida tremendamente indigesta... y quién haya visto la película sabrá porque lo digo.
Según el día gustará más o menos, o ni tan siquiera gustará aunque al final, si uno aguanta hasta el final, siempre le quedará esa especie de orgullo del para bien o para mal "la he visto", y he aquí que la recuerdo porque tiene algo llamado personalidad que la hace ser especial, guste o no. De haber carecido de cualquier marcianada la cinta hubiera caído muy probablemente en un terreno en el que sólo la sangre hubiera podido situarla en algún punto del panorama cinematográfico. Estúpida inteligencia, como quién dice, sólo apta para paladares muy deudores de experiencias fuera de lo común, pero que no obstante y a pesar del inclasificable envoltorio, ofrece una reflexión en torno al propio cine que no deja de ser de lo más estimulante que, aunque convencional, está planteada de forma nada convencional: la vulgaridad y el conformismo como vehículo de expresión artística viene a ser una comida tremendamente indigesta... y quién haya visto la película sabrá porque lo digo.
1 de enero de 2015
1 de enero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rubber (Rubber, 2010) no es una película apta para todos los públicos. La dirige el cineasta francés Quentin Dupiex, un director que se sale de los márgenes cinematográficos habituales, y que además se está convirtiendo un habitual al Festival de cine fantástico de Sitges, no sólo por Rubber que se presentó en la gala del 2010, sino por otros filmes como Wrong (Wrong, 2012) o Reálité (Reálité, 2014), esta última además ganadora del premio de la crítica.
Rubber es un experimento cinematográfico en toda regla. La película nos presenta una historia de terror, pero a la vez y de manera paralela a esta, Dupieux nos presenta una disección no sólo del género, sino del propio comportamiento del espectador y los modos de hábitos del cine Hollywoodiense. La película por tanto no podía comenzar con un arranque convencional, y desde luego no lo hace.
En la primera secuencia del filme observamos un coche haciendo zigzag entre unas sillas que parecen estar colocadas deliberadamente ahí. Posteriormente un policía sale del coche para realizar un monólogo, que prácticamente sienta las bases de Rubber. Nos comenta que en el cine, muchas de las cosas que aparecen en pantalla no tienen ningún sentido, y que esto pasa así porque el cine no deja de ser un reflejo de la vida. Y en la vida, muchas de las cosas más importantes, transcurren for no reason. Este amable policía ya nos advierte de lo que veremos a continuación es algo que no tiene porque aceptar las leyes de la lógica. Podemos intuir que este es un recurso que el cineasta introduce para justificar el argumento principal del filme (algo que en parte es verdad) como es que el asesino principal es ni más ni menos que un neumático (Sí, como suena).
Sin embargo, quedarnos en esta lectura superficial sería un error. De hecho, durante todo el filme uno siempre tiene la diatriba entre quedarse con la explicación epidérmica o buscarle un sentido más profundo a las imágenes que van sucediendo. Lo cierto es que el policía no realiza este primer monólogo sólo al espectador (de la pantalla) sino que también nos encontramos con un público dentro de la película. Este público, es a la vez un reflejo del espectador que se encuentra fuera (de la pantalla). Y además están preparados para asistir a ver lo que aparenta ser una película o una especie de espectáculo.
Así que se reúnen todos los espectadores con sus prismáticos para observar el filme que, al fin y al cabo, no deja de ser las andanzas del neumático asesino, y por tanto el propio Rubber. Dupiex utiliza este recurso para desarrollar un concepto metacinematográfico que le interesa. A partir de las experiencias y actos que realice este público ficticio, el cineasta podrá intervenir en ellos y analizarlos (Nos).
Así que, por una parte tenemos el filme del neumático asesino, que se dedica a aniquilar a todo ser viviente que se atreva a cruzarse en su camino. Dupieux se divierte añadiendo gotas de humor negro y hacer avanzar la conducta del neumático, que parece comportarse en ciertos aspectos como un Psychokiller humano. Después de asesinar a sus presas, contempla una competición por la televisión de la NASCAR (un guiño ciertamente gracioso) o a detenerse para beber agua o incluso porque no, tomarse un chapuzón. Hasta que la otra línea cinematográfica, la del público, se cruza con la de Rubber.
Por las escenas que nos desarrolla el filme, lo que entendemos es que Dupieux se ríe de los espectadores que buscan una y otra vez el mismo comportamiento en determinados filmes. El envenenamiento que realizan los involucrados con el filme hacía sus propios espectadores se decanta precisamente en esta dirección de minusvalorar al propio público ofreciendo siempre productos mediocres. También en este sentido va el segundo monólogo del policía, que les declama a sus hombres que todo ha sido una gran farsa y que ya pueden dejar de actuar. Sin embargo, uno de los espectadores del filme consigue sobrevivir (¿Seremos nosotros?) para añadir que él no se dejará convencer hasta que no presencie el final del neumático asesino.
También es verdad que Rubber no es tan inteligente como ella misma se cree. Unir los dos hilos narrativos (el género de terror con la pretenciosa idea metacinematográfica) lo que provoca en el espectador es una sensación de hastío. La pretenciosidad del filme se puede oler a distancia, y eso que finalmente Dupieux no consigue desarrollar efectivamente su discurso. Se degusta como una película de humor negro, con algunos puntos cómicos ciertamente acertados, pero que no consigue traspasar la propia frontera de Nihilismo que ella misma se acota. Por si fuera poco la película añade algunas secuencias que lo único que pretenden es alargar el metraje, ya de por si ajustado (apenas llega a la hora y veinte minutos de duración).
http://neokunst.wordpress.com/2015/01/01/rubber-2010/
Rubber es un experimento cinematográfico en toda regla. La película nos presenta una historia de terror, pero a la vez y de manera paralela a esta, Dupieux nos presenta una disección no sólo del género, sino del propio comportamiento del espectador y los modos de hábitos del cine Hollywoodiense. La película por tanto no podía comenzar con un arranque convencional, y desde luego no lo hace.
En la primera secuencia del filme observamos un coche haciendo zigzag entre unas sillas que parecen estar colocadas deliberadamente ahí. Posteriormente un policía sale del coche para realizar un monólogo, que prácticamente sienta las bases de Rubber. Nos comenta que en el cine, muchas de las cosas que aparecen en pantalla no tienen ningún sentido, y que esto pasa así porque el cine no deja de ser un reflejo de la vida. Y en la vida, muchas de las cosas más importantes, transcurren for no reason. Este amable policía ya nos advierte de lo que veremos a continuación es algo que no tiene porque aceptar las leyes de la lógica. Podemos intuir que este es un recurso que el cineasta introduce para justificar el argumento principal del filme (algo que en parte es verdad) como es que el asesino principal es ni más ni menos que un neumático (Sí, como suena).
Sin embargo, quedarnos en esta lectura superficial sería un error. De hecho, durante todo el filme uno siempre tiene la diatriba entre quedarse con la explicación epidérmica o buscarle un sentido más profundo a las imágenes que van sucediendo. Lo cierto es que el policía no realiza este primer monólogo sólo al espectador (de la pantalla) sino que también nos encontramos con un público dentro de la película. Este público, es a la vez un reflejo del espectador que se encuentra fuera (de la pantalla). Y además están preparados para asistir a ver lo que aparenta ser una película o una especie de espectáculo.
Así que se reúnen todos los espectadores con sus prismáticos para observar el filme que, al fin y al cabo, no deja de ser las andanzas del neumático asesino, y por tanto el propio Rubber. Dupiex utiliza este recurso para desarrollar un concepto metacinematográfico que le interesa. A partir de las experiencias y actos que realice este público ficticio, el cineasta podrá intervenir en ellos y analizarlos (Nos).
Así que, por una parte tenemos el filme del neumático asesino, que se dedica a aniquilar a todo ser viviente que se atreva a cruzarse en su camino. Dupieux se divierte añadiendo gotas de humor negro y hacer avanzar la conducta del neumático, que parece comportarse en ciertos aspectos como un Psychokiller humano. Después de asesinar a sus presas, contempla una competición por la televisión de la NASCAR (un guiño ciertamente gracioso) o a detenerse para beber agua o incluso porque no, tomarse un chapuzón. Hasta que la otra línea cinematográfica, la del público, se cruza con la de Rubber.
Por las escenas que nos desarrolla el filme, lo que entendemos es que Dupieux se ríe de los espectadores que buscan una y otra vez el mismo comportamiento en determinados filmes. El envenenamiento que realizan los involucrados con el filme hacía sus propios espectadores se decanta precisamente en esta dirección de minusvalorar al propio público ofreciendo siempre productos mediocres. También en este sentido va el segundo monólogo del policía, que les declama a sus hombres que todo ha sido una gran farsa y que ya pueden dejar de actuar. Sin embargo, uno de los espectadores del filme consigue sobrevivir (¿Seremos nosotros?) para añadir que él no se dejará convencer hasta que no presencie el final del neumático asesino.
También es verdad que Rubber no es tan inteligente como ella misma se cree. Unir los dos hilos narrativos (el género de terror con la pretenciosa idea metacinematográfica) lo que provoca en el espectador es una sensación de hastío. La pretenciosidad del filme se puede oler a distancia, y eso que finalmente Dupieux no consigue desarrollar efectivamente su discurso. Se degusta como una película de humor negro, con algunos puntos cómicos ciertamente acertados, pero que no consigue traspasar la propia frontera de Nihilismo que ella misma se acota. Por si fuera poco la película añade algunas secuencias que lo único que pretenden es alargar el metraje, ya de por si ajustado (apenas llega a la hora y veinte minutos de duración).
http://neokunst.wordpress.com/2015/01/01/rubber-2010/
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