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VENECIA 2023 Competición

Giorgio Diritti • Director de Lubo

"Cuando lo vi haciendo breakdance en YouTube, supe que había encontrado a mi Lubo"

por 

- VENECIA 2023: El cineasta italiano comparte detalles e información sobre el tema de la minoría yeniche en Suiza, alrededor de la que gira su película

Giorgio Diritti  • Director de Lubo

Presentada a competición en la 80.ª edición del Festival de Venecia, Lubo [+lee también:
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, dirigida por el director italiano Giorgio Diritti y protagonizada por el actor alemán Franz Rogowski, nos traslada a la Suiza de mediados del siglo pasado, de manera que abarca desde la Segunda Guerra Mundial y la posguerra hasta finales de la década de 1950. Durante esta época, que en la práctica acabó alargándose hasta 1972, el Estado suizo aplicó el llamado programa Kinder der Landstrasse ("Niños de la calle"), cuya función principal consistía en separar de sus familias a los niños de etnia romaní, sinti y otros grupos étnicos "itinerantes" para protegerlos del estilo de vida vagabundo de sus raíces. El personaje que da título al largometraje de Diritti, un artista itinerante de la minoría yeniche, es el padre de tres de estos niños. El director se ha sentado a hablar con nosotros tanto de algunas reflexiones y conocimientos sobre el tema como de la épica película que ha acabado creando a partir de estas ideas.

Cineuropa: ¿Qué nos puedes contar acerca de la minoría yeniche a la que pertenece Lubo? ¿Cómo llegaste hasta esta historia?
Giorgio Diritti: Descubrí a los yeniches gracias a un libro titulado El inseminador, del escritor italiano Mario Cavatore. Viajaron por toda Europa Central, y casi todos los que se trasladaron a Alemania y Suiza durante la Segunda Guerra Mundial fueron eliminados del mapa, mientras que en Francia fueron aceptados. Tenían una fuerte identidad musical y se cree que muchos compositores austriacos se basaron en su estilo musical para sus vals.

¿Qué más nos puedes decir de este programa de "Niños de la calle"?
Era una organización estatal de la que la mayoría de los suizos no sabían nada, una oficina federal con un director llamado Alfred Siegfried, al que inicialmente se confiaron 300 niños, que luego fueron asignados a otros lugares. Los mandaba a hogares de acogida, con familias normalmente campesinas, o incluso a asilos psiquiátricos. Leí también testimonios de los que llegaron a granjas, donde vivían con animales en establos e incluso se pasaban el día encadenados, como animales, para no poder escaparse. Muchos trataron de huir, y algunos, en los propios centros, llegaron incluso a saltar por las ventanas y morir en el intento. Las condiciones de por sí serían insoportables para cualquiera, pero ellos, al estar acostumbrados al estilo de vida libre de los nómadas, lo pasaban todavía peor. No cuento este aspecto de la historia en la película, pero es a lo que se atenían los hijos de Lubo cuando se los llevaron.

¿La historia de Lubo está basada en una persona real?
La inspiración general procede del libro de Cavatore, pero el resto, incluido el propio Lubo, es fruto de mi imaginación. En el curso de mi investigación también hablé largo y tendido con personas como Uschi Waser, una activista de la comunidad yeniche que vivió aquellos años en primera persona durante su infancia.

¿Qué te hizo decantarte por Franz Rogowski para el papel protagonista? ¿Se escribió el papel pensando en él?
El papel ya estaba escrito cuando vi a Franz en En tránsito [+lee también:
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, de Christan Petzold, así como en el pequeño papel que interpretó en A Hidden Life [+lee también:
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, de Terrence Malick. Su aspecto me llamaba la atención, y cada vez lo veía más idóneo para el papel de Lubo. Cuando lo vi haciendo breakdance en YouTube, supe que había encontrado a mi Lubo. Por suerte, también habla italiano, así que no tuvimos ningún problema en ningún momento a la hora de comunicarnos, y menos mal, porque yo no hablo alemán. Ha vivido en Lugano (Suiza), y lo mejor de todo es que tiene una mirada que, en un segundo, puede pasar de ser la de una persona encantadora a la de alguien que está a punto de cortarte el cuello. Y la verdad es que eso vino como anillo al dedo para la película.

Los diálogos están en alemán —en el dialecto suizo del alemán—, italiano y yenés. ¿Qué se siente al dirigir en un idioma que no hablas?
Normalmente funciona. Escucho la canción, la melodía, y puedo sentir cuando las cosas van bien. Me fijo en la expresión de los ojos, donde el flujo emocional puede ser muy evidente. También contamos, no obstante, con la ayuda de tres entrenadores de diálogo.

¿Cuándo te diste cuenta de que la película iba a acabar durando tres horas y un minuto?
No tenía por qué haber durado tanto. Mi objetivo eran dos horas y 45 minutos, pero durante el montaje me di cuenta de que necesitaba esos minutos de más. Pero no me parece aburrido, ya que creo que esos momentos, más que cansarnos, lo que hacen es darnos un impulso emocional adicional.

(Traducción del inglés)

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